Políticas
laborales y de empleo en la crisis del coronavirus
UN ARTÍCULO INTERESANTE
La crisis
mundial provocada por el coronavirus es una las mayores amenazas conocidas para
la salud de las personas, con gravísimas consecuencias para la economía y el
empleo, que está poniendo en riesgo los medios de vida y el bienestar de
millones de personas. La Organización Mundial de la Salud declaró el 11 de
marzo la pandemia mundial provocada por el Covid-19, desde entonces se ha
paralizado el mundo y el impacto sobre la población mundial está siendo brutal,
dejando a la mitad de los habitantes de la Tierra en situación de confinamiento
y produciendo letales consecuencias sobre las vidas de decenas de miles de
personas.
Esta crisis
tiene una naturaleza y dimensión muy diferente a las grandes crisis globales
pasadas, ya que los riesgos son simétricos para todos los países. A su vez, la
pandemia nos está descubriendo otra cara de la crisis, asociada a las
debilidades y riesgos derivados de la falta de gobernanza de la globalización económica
y de los procesos de deslocalización productiva, que han provocado el
desabastecimiento a los mercados internacionales y la escasez de equipos e
instrumental sanitario vitales para la lucha contra el virus. También ha sido
alarmante la escasez de personal, la insuficiencia de las instalaciones
sanitarias, la falta de equipos y medios técnicos como consecuencia de los
recortes y de los procesos de privatización impuestos por las derechas con sus
políticas neoliberales. Estas carencias de uno u otro sistema nacional de salud
terminan debilitando la lucha mundial contra la pandemia.
Las medidas
de confinamiento, las restricciones a la movilidad y la paralización de la
actividad productiva aplicadas en la gran mayoría de los países se han
reflejado en la caída del PIB y la pérdida de empleos, los mayores desde el
inicio del siglo XX. El FMI, en su último informe sobre las Perspectivas de la
Economía Mundial, proyecta un descenso de un 3% del PIB mundial este año, un
retroceso del 7,5% para la zona euro y para nuestro país una caída del 8%. Más
recientemente el BCE ha estimado que la economía de la zona euro podría caer
entre un 9% y un 15%.
La
Organización Internacional del Trabajo (OIT), en un informe de primeros de
abril sobre los efectos del Covid-19, prevé que a nivel mundial en el segundo
trimestre de 2020 desaparezcan 195 millones de empleos a tiempo completo y a su
vez también alerta de una enorme pérdida de ingresos para millones de
trabajadores, con lo que estas previsiones superarían las consecuencias de la
crisis de 2008.
Los datos ya
conocidos de otros países van en la misma línea, como en EE.UU., donde el
desempleo ha aumentado en las cinco últimas semanas en 26 millones de personas,
lo que supone prácticamente la destrucción de todo el empleo creado desde la
recuperación de la crisis de 2008. Ante la gravedad de esta situación cada vez
hay un mayor consenso en que para salir de esta crisis es necesario superar las
visiones locales y no repetir las políticas de austeridad aplicadas durante la
última crisis financiera internacional. Pese a ello, en la UE se está
evidenciando que sectores neoliberales del centro y norte siguen aferrados a
las políticas erróneas e insolidarias que tanto sufrimiento produjeron a los
pueblos del sur de Europa. Afortunadamente, el Consejo de Europa ha acordado la
creación de un Fondo para la Reconstrucción económica y social.
La crisis
del coronavirus ha tenido un impacto brutal en el mercado laboral de nuestro
país, perdiendo a finales de marzo la Seguridad Social más de 800.000
afiliados. La caída ha sido histórica, prácticamente en 14 días se ha destruido
el mismo número de empleos que se destruyeron en 101 días, entre octubre de
2008 a febrero de 2009, tras la caída de Lehman Brothers. El desempleo ha aumentado
en marzo en 302.265 personas y el total de desempleados se sitúa en 3.548.312.
El principal
reto hoy debe ser proteger la salud y la vida de las personas y hacer frente a
las consecuencias económicas y sociales. Para ello el Gobierno ha puesto en marcha
un potente plan de choque de medidas económicas y laborales, estimado en unos
200.000 millones de euros, para proteger a las empresas, autónomos y
trabajadores. Las medidas persiguen proteger la salud, el sistema productivo y
el trabajo, facilitando liquidez para empresas y autónomos, garantizando rentas
a los trabajadores asalariados y autónomos, y con medidas específicas de
protección social para las personas más vulnerables.
El el ámbito
laboral las recientes medidas del Gobierno tienen unos objetivos muy claros:
luchar contra la expansión del virus y amortiguar los efectos que está
produciendo sobre las empresas y los trabajadores. Hay una diferencia
sustancial entre las actuales medidas y las que se adoptaron durante la crisis
de 2008, pues entonces estaban dirigidas a producir una devaluación interna
para mejorar la competitividad de las empresas mediante la reducción de los
costes laborales. Competitividad basada en la precariedad, los bajos salarios y
abaratar y facilitar el despido, en definitiva la desregulación de los derechos
laborales cuyo máximo exponente fue la reforma laboral de 2012, impuesta por el
Gobierno del PP.
A partir de
2010 las políticas neoliberales impuestas por la UE a los países más golpeados
por la crisis consistieron en recortes del Estado del Bienestar y de los
servicios públicos, junto con contrarreformas laborales y de pensiones, lo que
incrementó la caída de la demanda y se trasladó directamente a la destrucción
de empleo. En España el desempleo superó los 6 millones de personas en 2013 por
los despidos masivos y la rescisión de los contratos temporales.
El objetivo
principal de las medidas aprobadas por el Gobierno en esta crisis es proteger
el empleo, y que el descenso de la
economía se traslade al ajuste de las capacidades de producción. Ello se
está consiguiendo a través de los Expedientes de Regulación Temporal del Empleo
(ERTE), ya sean de suspensión de los contratos o de reducción de jornada, y
evitando la destrucción masiva de empleo con despidos colectivos mediante
Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) o recurriendo a los despidos
individuales. Por eso el Gobierno ha decretado que los ERTE como consecuencia
del Estado de Alarma sean considerados de fuerza mayor, y a su vez también ha
establecido la prohibición de los despidos a consecuencia del Covid-19.
Esta cultura
de proteger el empleo en situaciones de crisis es mayoritaria en los países de
nuestro entorno, como por ejemplo en Alemania con la figura del Kurzarbeit, que
a través de ayudas públicas estimula la reducción de jornada para mantener el
empleo. Las medidas económicas, sociales y laborales aprobadas por el Gobierno
desde el 12 de marzo con el Real Decreto-Ley 7/2020 hasta las más recientes del
Real Decreto-Ley 15/2020, han permitido el mantenimiento del empleo: más de
medio millón de empresas han podido acogerse a un ERTE y reducir temporalmente sus costes salariales
y de cotizaciones sociales; además, a las más de cuatro millones de personas
trabajadoras afectadas se les ha protegido el empleo y sus rentas con las
prestaciones por desempleo.
También los
autónomos, por primera vez en una crisis, han tenido cobertura ante la
paralización de la actividad o por la disminución de ingresos, con una
prestación extraordinaria por cese de actividad, que a 14 de abril daba a
cobertura al 30% de los 3.134.893 afiliados del Régimen Especial de
Trabajadores Autónomos de la Seguridad Social.
Se han
impulsado otras importantes medidas laborales y sociales, como la implantación
del teletrabajo, o el permiso retribuido recuperable, que permitió paralizar la
actividad en los sectores no esenciales para aumentar la eficacia en la lucha
contra la pandemia. También se ha mejorado la protección de los fijos
discontinuos y de los trabajadores con contrato temporal y se avanza en la
implementación de medidas para las empleadas de hogar. Además se está
trabajando para poner en marcha un Ingreso Mínimo Vital, con el fin de proteger
a las personas vulnerables; esta medida permitiría ampliar nuestro sistema de
protección social a cerca de un millón de personas.
El reto
inmediato es seguir protegiendo el empleo mediante los ERTEs y dotar de
liquidez a empresas y autónomos, así como preparar el proceso de desescalada,
garantizando el cumplimiento de las medidas sanitarias, preventivas y de
protección a las personas trabajadoras. Igualmente son necesarios planes de
choque específicos para los sectores del comercio, el turismo, el ocio y la
cultura, los más dañados por esta crisis. En el proceso de un Acuerdo de país para
la salida de la crisis económica y social es fundamental la intervención de las
organizaciones empresariales y sindicales mediante el diálogo social, para la
adopción de las medidas que permitan una pronta y justa recuperación.
Toni Ferrer
Secretario
de Empleo y Relaciones Laborales del PSOE
Senador por
Madrid
24-4-20
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