Manifiesto contralos intentos de involución
El ataque, desde todos los frentes conservadores y reaccionarios, al
Gobierno de coalición progresista y su presidente se asemeja más a una
conspiración para derribar a un gobierno legítimo, que a la crítica política
propia en un sistema democrático. No se trata sólo de la descalificación
desde el inicio de la legislatura por parte de unas derechas que han puesto
en cuestión el resultado electoral, siguiendo la senda de los Trump y
Bolsonaro, sino que las incriminaciones y calumnias han alcanzado niveles
desconocidos en los parlamentos europeos. Desde “gobierno criminal”,
“mafioso”, “capo de la mafia” hasta “gobierno de corruptos”, que solo puede
generar odio en la sociedad, germen de la violencia. Los ataques a las
personas migrantes y la vandalización de las sedes de partidos de izquierda
recuerda las agresiones fascistas de épocas pasadas.
II.- Sin embargo, la ofensiva y derribo del Gobierno no se han quedado en
meras palabras, sino en la activación y movilización de todos los sectores de
poder, institucional o no, que existen en el ámbito conservador. El Senado
se utiliza como ariete, contraponiéndolo por sistema al Congreso, y es
centro de “comisiones de investigación” que sólo pretenden incriminar al
Gobierno. Sectores del poder judicial organizan concentraciones y huelgas,
fuera de la legalidad, contra leyes del Congreso que no les gustan —la
amnistía, la reforma de la justicia— cuando esta última no ha sido aún
aprobada. Jueces y magistrados abren prolongadas investigaciones, con
endebles bases probatorias, mientras la oposición deslegitima al Tribunal
Constitucional porque no comparte la sentencia sobre la amnistía. Una
parte muy importante de los medios de comunicación y redes sociales han
desatado una orgía de falsas noticias o medias verdades con el fin de crear
un clima político irrespirable, que no se compadece con la situación del país...
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